A mi esposa

Donde quiera que esté


Si te llamaras lluvia y yo pudiera

fundarme en la pureza de tus ojos.

Si convocar tu nombre en mis antojos

apenas una incoherencia fuera.

 

Si te llamaras verso y floreciera

nuevamente tu vida en los abrojos

y se saltaran todos los cerrojos

que La Muerte dispuso, compañera.

 

Correría a través de cada charco

con la pasión del niño que en otrora

no conocía la palabra miedo.

 

Escribiría en un poema parco:

¡Vive! …y en el bosquejo de la aurora

fueras cuenco del beso que no puedo…


1 comentario:

  1. Cuánto amor y cuánta aceptación hay en estas letras,querido José M. Los milagros ocurren, a veces, y la lluvia y el verso nos dejan que en ellos encontremos a quienes amamos.

    Un beso azul.

    Candela Martí

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